Ayer a la tarde vino a visitarme una amiga que hacía mucho
tiempo que no veía. A la mañana había preparado un budín de harina integral y frutos
secos (como todos los sábados), así que cuando llegó preparé el mate y nos
sentamos en el balcón a charlar de nuestras cosas, rememorando aquellos buenos
viejos tiempos en que nos juntábamos más seguido.
En un momento de la conversación ella me hablaba de la
separación y de su ex y entre mates amargos y porciones de budín, mi amiga se
despachó con la siguiente reflexión:
“Existe un rincón en el alma, un rincón olvidado a
conciencia, es el rincón de los sueños rotos, de las desilusiones, de los
miedos, de las dudas, de las añoranzas, de los dolores, de los mazazos
recibidos en el largo y tortuoso sendero de la vida. El rincón de los desvelos,
de los jirones en el suelo, del polvo acumulado.
Ese rincón, como si fuera un tacho de basura, está cerrado a
cal y canto, es el altillo donde se amontonan las cicatrices y se esconden los
temores más absurdos. Las tristezas también tienen allí su lugar, las
nostalgias que con el paso del tiempo traen melancolía.
No suelo abrir la puerta y ver que se amontonó ahí, se
precisa valor para pisar la oscuridad y la soledad que traen los recuerdos en
algunas ocasiones.
Sin embargo, la mente muchas veces es perversa si no se
controla y no perdona la debilidad, así que en las noches de insomnio mi cabeza
suele pasear a sus anchas por los rincones prohibidos y rebuscar en los baúles
escondidos, con la extraña necesidad de traer fantasmas que no existen a las noches largas y
lentas en las que la realidad y las lágrimas nos roban el sueño.
No es bueno lamentarse de las decisiones tomadas. No es bueno pretender recuperar lo que es mejor dejar como
está. No es nada bueno meter el dedo en la llaga y remover, ¿para qué? Mejor no
agitar el pasado después de que las aguas volvieron ya a su cauce.
Los libros se leen hacía adelante, pues por la misma regla
de tres, no hay que volver sobre nuestros pasos".
(Traté de reconstruirla en su totalidad, algunas palabras se
perdieron y otras las cambié, pero en esencia, esto es lo que dijo)
2 comentarios:
Hermosas palabras las de tu amiga y cargadas de verdad. Creo que en líneas generales a todos nos pasa eso, ya sea con una separación o con cualquier vivencia traumática que queramos olvidar. Se perdona pero no se olvida. Por eso, algunas noches toca abrir ese cuatro cerrado y oscuro que tanto miedo nos da.
Abrazos, querido Omar.
Es verdad amigo Hisae. Yo me quedé mudo cuando escuché todo eso, pero ese cuarto oscuro lleno de fantasmas siempre esta latente,tiene vida propia, es como barrer debajo de la alfombra, en algun momento hay abrir el cuarto y airearlo.
Gracias por comentar. Un fuerte abrazo!!
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