viernes, 27 de abril de 2012

VIELHA, Valle de Aran. El corazón de Los Pirineos.

 
Durante el tiempo que no subí post al Globo en la Luna nuestra actividad viajera continuó por múltiples destinos. Uno de los más bonitos fue sin duda el Valle de Arán y su capital Vielha, un lugar mágico en el corazón de los Pirineos y  a pocos kilómetros de Barcelona.
Aquí un pequeño resumen:
Vielha, pertenece al municipio de Vielha e Mijaran (en aranés), en la provincia de Lleida (Cataluña). Es la capital del municipio y también la de la Comarca del Valle de Arán (Val d’Aran).
Vielha e Mijaran, está formado por las siguientes localidades: Arròs, Aubèrt, Betren, Betlan, Casau, Casarilh, Escunhau, Gausac, Mont, Montcorbau, Vila, Vilac y Vielha.
El municipio limita al norte con el de Canejan, al noreste y este con el de Naut Aran, al sur con el de Vilaller, al oeste con Francia (departamento de Alto Garona) y con el municipio de Es Bòrdes, y al noroeste con los municipios de Vilamòs y Les.
La N-230 comunica el municipio y el Valle de Arán con Francia. Por el sur se accede a través del Túnel de Vielha y por el este a través del Puerto de la Bonaigua.

Por su situación privilegiada, Vielha ha sido, desde tiempos muy remotos, el punto de confluencia de todas las comunicaciones de la Val d’Aran, punto de partida también para organizar la visita y el conocimiento del resto del territorio.
Vielha es también uno de los más importantes lugares de interés cultural de la Val d’Aran, así como un completo centro de servicios que acompañan su actividad económica, en buena parte orientada al turismo.

Que visitar.
Núcleo histórico de Vielha, con casas medievales.
Iglesia Parroquial de Sant Miquèu, de transición del románico al gótico, en Vielha.
Iglesia de Santa Eulària d'Arròs, de estilo gótico, en Arròs.
Iglesia de Sant Martí d'Aubèrt, de estilo románico, en Aubèrt.
Santuario de l'Artiga de Lin, en Aubèrt.
Iglesia de Sant Pèir, de estilo románico, en Betlan.
Iglesia de Sant Tomàs, de estilo románico, en Casarilh.
Restos de época romana, en Casau.
Iglesia de Sant Pèir, de estilo románico, en Escunhau.
Iglesia de Sant Martí, de estilo gótico, en Gausac.
Iglesia de Sant Llorenç, de estilo románico, en Mont.
Iglesia de Sant Esteve, en parte románica y en parte gótica, en Montcorbau.
Iglesia de Sant Roc, de estilo románico, en Vila.
Iglesia de Sant Feliu, con portal románico y un retablo gótico, en Vilac.

Que Hacer.
Junto al interés que presenta su localización montañosa y, por tanto, la especial oportunidad que representa para la realización numerosas actividades deportivas durante todo el año.

Vielha tiene en su centro urbano una gran oferta de establecimientos comerciales, de servicios, y ofrece un amplio programa de actividades (organizadas por entidades especializadas) que se pueden realizar idóneamente en este entorno: trekking, excursiones en bicicleta de montaña, excursiones en coche, a caballo, senderismo rural, pesca, sin olvidar el Palai de Gèu (Palacio de Hielo), un complejo lúdico deportivo con piscinas climatizadas, pista de hielo, gimnasio, solárium, sauna y cafetería. También el montañismo, por la proximidad del Parque Nacional de Aigües Tortes y Estany de Sant Maurici, tiene un protagonismo muy importante en la zona, tanto en invierno como en verano

En invierno el esquí, junto a los deportes relacionados con la nieve, tienen una base ideal en la localidad por la cercanía de las Estaciones de Esquí de Baqueira-Beret y La Bonaigua.



sábado, 21 de abril de 2012

Infidelidad.




Hace tiempo un vecino del barrio me contó esta historia, no sé si será cierta o no, pero quiero compartirla con Uds.

Había una vez… en el siglo pasado un muchacho barcelonés que soñaba con ser artista, él creaba hermosas figuras de cerámica con sus manos y tenía el don de convertir el barro crudo en una obra de arte, sin embargo, nadie se fijaba en su talento. Había intentado afanosamente exponer sus obras, pero las galerías de la ciudad apenas si lo atendían. Cansado de golpear las puertas de las galerías, el hombre terminaba vendiendo  sus obras por poco dinero en los mercadillos de la ciudad al aire libre. Un día, a última hora de la tarde, desilusionado y vencido, por no haber vendido nada, pagó al dueño del lugar y se marchó. Preso de un ataque de furia rompió todo lo que había llevado para vender y se juró así mismo que nunca más lo intentaría.
“¡No tengo talento, soy un fracasado, jamás podré vender mis obras a nadie, no sirvo para nada!”. Gritaba furioso mientras estrellaba contra el piso las diferentes esculturas  que había realizado. De repente sintió que alguien lo observaba, al darse vueltas vio a una mujer muy extraña, tenía el cabello largo, negro azabache, sus ojos de color verde esmeralda lo miraban con fijeza, estaba elegantemente vestida pero lucia muy rara. El hombre la miró y se secó las lágrimas, para que no lo viera llorar.
-¿Por qué haces eso? -preguntó asombrada la mujer.
-Bueno… es que no sirvo -tartamudeo el hombre-, en verdad no tengo talento, soy un fracasado, nunca lograré mi sueño.
La extraña dama sonrió y se acercó a él, le tomó las manos y lo miró a los ojos.
-Dios es el que tiene la última palabra. Si Dios pone en tu corazón un sueño es porque tienes el suficiente talento como para hacerlo realidad.
El hombre se quedó mudo sin saber que decir. La mujer recogió las obras que aún no había destruido y las observó detenidamente.
-Yo te puedo ayudar –dijo con una sonrisa a flor de labios-, conozco una persona que tiene una importante galería en el Paseo de Gracia, sé que le interesaran tus obras.  Vamos a verla.
El hombre siguió a la mujer, se subieron a un taxi que ella pagó y llegaron a la puerta de la más importante galería que había en la ciudad. Aquella misma galería que muchas veces el portero ni siquiera lo había dejado entrar. El hombre, entre asustado y confundido, le dijo a la mujer que de ese lugar lo habían invitado a que se retirara varias veces, pero para su asombro, la mujer no le hizo caso y entró con él de la mano ante la atenta mirada del portero. Fueron directamente a la oficina donde estaba su amiga, la dueña de la galería. Y en efecto, a la dueña le gustaron sus esculturas y le pidió al muchacho que hiciera algunas obras más, harían una exposición sin compromisos y si a la gente le gustaba podían firmar un contrato y hablar de negocios. El hombre aceptó. 
De más está decirles que la exposición fue todo un éxito y firmaron un contrato. A partir de ese momento, la fama y la fortuna tocaron a su puerta, el hombre feliz viajaba por toda Europa con sus obras y era reconocido en todas las capitales del viejo continente. La extraña dama, siempre a su lado, se convirtió para él en lo más importante de su vida.
Una tarde de lluvia, en el taller donde creaba sus obras, él le propuso matrimonio y ella aceptó. La noche antes del casamiento, en la fiesta de despedida de solteros, ella le dijo:
-Te amo y sé que tu también a mí, pero solo quiero decirte una cosa, mientras me seas fiel no habrá problemas, pero el día en que me engañes conocerás la furia de mi alma.
El la miró, se sonrió y asintió, luego la besó apasionadamente, no tenía miedo, no pensaba engañarla nunca, se había enamorado perdidamente de ella. Se casaron y todo era felicidad para los dos. El dinero crecía en sus cuentas, tenían todo lo que habían soñado y en poco tiempo la vida les dio una hermosa niña. El hombre era el más afortunado de todos.
Pero un día, en un viaje a Viena, conoció a una joven mujer que lo impactó profundamente. Era alta, delicada, de rubios cabellos y grandes ojos azules. El hombre quedó flechado se enamoró de ella mientras bailaba un vals en una recepción en su honor en el Palacio de Schonbrunn.
La joven también le correspondió y entre copas de champagne y música de orquesta  suave, vivieron intensamente aquella noche, que culminó en una lujosa habitación de hotel. Él se sentía el más dichoso de todos los hombres, aquella muchacha lo había cautivado tanto que ya ni siquiera pensaba en su propia mujer. Lo que él pensó que sería una noche de pasión, se convirtió en una obsesión, decidió seguir adelante esa relación y la convirtió en su amante. Todos los meses viajaba a Viena para estar con ella y vivía intensamente su amor sin que su mujer se enterase, o por lo menos, eso pensaba él.
Pero la joven quería algo más que una simple aventura, ella ansiaba ser la única dueña de aquel hombre rico, famoso y guapo, y por tanto, le exigió una y otra vez que abandonara Barcelona, se mudara a Viena y se casara con ella.
El miedo a perderla y su amor por esa joven precipitaron la decisión. Una noche, al regresar de Viena,  su esposa le aguardaba como cada vez que el volvía de sus viajes, sonriente y feliz. El algo seco le rechazó el beso de bienvenida y fue con ella hacia la biblioteca.
-Tengo que pedirte perdón, sé que no debí hacerlo pero se me fue de las manos. La verdad es que conocí a una joven en uno de mis viajes a Viena, estoy enamorado de ella y quiero pedirte el divorcio. Espero que me entiendas. Por el dinero no te preocupes yo me ocuparé que nada te falte a ti ni a la niña
Su mujer contuvo la respiración, lo miró a los ojos y asintió con la cabeza.
-Lo sabía. Siempre lo supe, desde la primera noche que pasaste con ella en el Hotel Sacher. Sin embargo, esperaba que fueras tú quién me lo dijera. Está bien acepto, pero antes quiero pedirte algo.
-¿Qué? Lo que desees… -dijo él, sin poder ocultar su alegría.
-Quiero un último beso de amor -contestó ella con los ojos chispeantes de dolor.
El hombre accedió sonriendo, se acercó a ella, la estrechó entre sus brazos y la besó. La besó largamente, intensamente, tanto que no podía desprender sus labios de los de ella, no podía, por más que lo intentaba algo lo sujetaba a ella con una fuerza sobrehumana, no podía... De repente, el hermoso rostro de su mujer se fue transformando; primero tomó el color pálido, luego se convirtió en un rostro de anciana arrugado y luego… el hombre dio un grito ahogado dentro de la boca de su esposa al darse cuenta que una serpiente estaba apretando su garganta y que el rostro de su mujer era el rostro de una calavera, que por el hueco de sus ojos había soltado la serpiente que ahora apretaba su cuello y le arrancaba la vida a aquel hombre infiel.
Cuentan las crónicas policiales de la época que el hombre murió estrangulado, de la mujer ni de la niña nunca se supo nada.
 Meses después, cuando la mansión fue vendida, la nueva familia que entró al lugar, encontró en el sótano una figura de barro muy extraña, era un esqueleto alado que besaba con pasión a un hombre horrorizado, sin lugar a dudas, aquel fue el beso de la muerte...



Mes son cor jovenívol no pot més;
en ses venes la sanch s’atura y glaça
y l’esma perduda amb la fe s’abraça
sentint-se caure de la mort al bes.
Mas su joven corazón no puede más;
en sus venas la sangre se detiene y se hiela
y el ánimo perdido con la fe se abraza
sintiéndose caer al beso de la muerte.
 
La escultura El Beso de la Muerte (El Bes de la Mort) es sin duda la composición más conocida y destacada del Cementerio del Este. Barrio del Poble Nou, Barcelona. En torno al año 1930 la familia Llaudet perdió un hijo en plena juventud y quiso hacer una escultura para su tumba, el encargo se hizo al taller familiar de esculturas de mármol de Jaume Barba, a quien desde siempre se le ha adjudicado la creación de la esta bella escultura, referencia en muchas exposiciones de arte funerario. Pero la obra maestra de dicho obrador (que contaba en los años 20 del siglo pasado con dos talleres, uno en Sant Gervasi y otro en Poble Nou, cerca del cementerio, donde se hizo esta escultura) fue concebida por Joan Fontbernat, yerno del dueño y considerado el escultor más cualificado del taller, salvo la parte trasera de las costillas, de un realismo impactante, que fue esculpida por Artemi Barba, pariente también de Jaume.El resultado final es una obra fascinante y efectista, que sorprende a los visitantes del Cementerio del Poble Nou. Tanto es así, que ha sido expuesta en varias muestras de arte mortuorio que se han celebrado en toda Europa.

 

viernes, 13 de abril de 2012

Bratislava, República de Eslovaquia.


Este fin de semana de Pascua nos tomamos cinco días y nos fuimos a recorrer las capitales Imperiales; los primeros dos días estuvimos en Viena (Austria), y los últimos dos en Budapest (Hungría), ya hablaré de ellas y su monumentabilidad que nos dejó impresionados y les mostraré algunas de las 800 fotos que sacamos en ambas capitales. Y en el día tres, nos fuimos hasta Bratislava, la capital y mayor ciudad de Eslovaquia, cuenta con aproximadamente 500.000 habitantes (2006) y está situada a orillas del Danubio, cerca de las fronteras con Austria y Hungría. Se encuentra a unos 60 km de Viena.

La ciudad tiene la mayor densidad de población de Europa central. Los montes Cárpatos comienzan en el territorio ocupado por la ciudad (Malé Karpaty, «Pequeños Cárpatos»). Bratislava es la sede del parlamento y gobierno eslovacos y cuenta con una gran oferta artística, cultural y educativa. En los últimos años está en proceso de transformación, tanto a nivel de recuperación de edificios emblemáticos, como en la mejora de las deterioradas infraestructuras heredadas del antiguo régimen comunista. La zona más interesante desde el punto de vista monumental y artístico es la Ciudad Vieja, pintoresca y acogedora, donde se puede disfrutar de una gran variedad de comercios y servicios, aunque los precios son sensiblemente superiores a los de otras zonas de la ciudad, y por supuesto duplican o triplican a los del interior del país. Mención especial merece también el puerto fluvial, donde se pueden ver barcos mercantes y una gran actividad.

Los territorios del sur de Eslovaquia incluyendo Bratislava formaron parte del reino de Hungría desde la llegada de los húngaros en 895, hasta el fin de la Primera Guerra Mundial en 1919. El Castillo de Bratislava se erigió en el siglo XV durante el reinado de Segismundo de Hungría (Zigmund Luxenbourg). En 1811, un incendio destruyó el castillo, así como gran parte del caserío aledaño y, posteriormente, se llevó a cabo una reconstrucción del conjunto. Actualmente, el castillo alberga el Museo Nacional Eslovaco, que abarca exhibiciones arqueológicas, históricas y artísticas.

Y aquí me quiero detener unos segundos para contarles algo que me interesó mucho, la leyenda del Castillo de Bratislava que con cuatro torres en sus extremos parece una mesa invertida y según las lenguas del lugar originó la siguiente historia…

Cuenta la leyenda que los habitantes del castillo con cierta frecuencia se despertaban como que hubieran sido golpeados. Parecía que ellos no hubieran dormido sobre sus camas sino que la cama hubiera reposado sobre ellos. En las mañanas encontraban en el piso los cuadros, la porcelana rota y distintas cosas en desorden.
Sin saber que hacer la reina mandó a llamar a la bruja del reino. Cuando la bruja vio todo lo que pasaba inmediatamente supo que por aquí pasaba "Klingsor", un gigante brujo de Transilvania que en su viaje a su tierra natal en Baviera se detenía en Bratislava, donde al ver el castillo-mesa, lo volteaba dormía en él y en la mañana lo regresaba a su posición original y continuaba su viaje. La bruja mandó un mensaje a su "colega" pidiéndole que dejara tranquilo el castillo y parece que funcionó porque desde esa época nadie mas a vuelto a quejarse ...







Fotografías del castillo (Distintas vistas) y del caso antiguo de la ciudad de Bratislava.

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