lunes, 30 de septiembre de 2013

Perdí mi tren!



Ayer, llegué a la estación y por dos minutos perdí mi tren, así que me tocó esperar una hora. Una hora que de repente me pareció un mundo entero. Da rabia eso de llegar y ver partir el tren que se supone tenías que tomar, pero si llegás y sucede eso, supongo que es porque ese tren no te tocaba en suerte y el azar a veces hace que las cosas sean así. 
Lo que saqué en claro en esa hora fue:

Que me es imposible concentrarme en leer un libro porque prefiero observar todo lo que sucede a mi alrededor; están los que llegan, los que los esperan, los que se abrazan en un encuentro feliz, los que se abrazan y lloran, los que se van y están tristes y los otros que están alegres, los que no saben porque se van o porque llegan,  los que tienen ganas de ir al baño y se encuentran con que el baño está cerrado con llave porque lo están limpiando, los que se sientan en el bar a leer el diario y a tomar un café, o una cerveza, los que hablan por móvil, los pocos que hablan por teléfono público, los niños que corren, los padres que gritan, los que vienen cargados de valijas, los que sólo traen una mochila, los que reclaman al vigilante de seguridad un poco más de orden, los que exigen sus derechos, los que prefieren callar y los que simplemente como yo, sólo miran como la estación de tren tiene vida propia en esos largos minutos de espera hasta que salga el próximo tren.

Y lo más importante, la lección personal del día que fue el motivo por el que mi tren se fue sin mí, para que sacara esta conclusión, es que vivo acelerado y tengo que aprender a pisar el freno. En ello estoy.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Despedida





 

Querida Julia;
            Por favor no te vayas. Un mes sin tu presencia en mi vida, no será vida.
Siento que en cada abrazo que me das mi corazón intenta escaparse de mi pecho para unirse al tuyo y que en cada beso que te doy mi alma se eleva y vuela para entrar dentro de la tuya. Todavía no te fuiste y ya extraño tus ojos, tu piel, tus labios y tu luz.
Un mes sin ti será como vivir sin agua, sin comida; como días grises sin ver el sol.
Un mes sin tu voz serán infinitos días sin escuchar el canto de las aves ni el sonido de la lluvia.
Un mes sin tu calor será un insomnio constante, mi cuerpo no conocerá el descanso y mis noches no encontrarán la paz del sueño. Hasta la luna se habrá apagado, pero la noche no es eterna, siempre amanece y tu regreso será mi amanecer.
Un mes sin tu perfume ni tu sonrisa y las mañanas estarán vacías de belleza.
Un mes sin ti será como un año en una prisión, aunque se me permita entrar y salir cuando yo quiera, mi esencia no conocerá la libertad hasta que regreses.
Soy feliz a tu lado y siempre seré fiel a nosotros, nunca importará el resto, nunca nada más influirá en mí,  y que tú también quieras ser feliz a mi lado me hace enorme, el más grande, el hombre más afortunado. Eres la mujer de mi vida, el lucero que guía mi camino. Siempre te respetaré, adoraré y te amaré por el resto de mis días.
Llega la hora de la despedida. Quisiera detener las agujas del reloj. Tu eres mi propósito,  no sé quién soy cuando no estás a mi lado. Grito y mi voz es un eco ausente.  
Clavaría un cuchillo en mis entrañas si hiciera falta para así torcer el rumbo del destino y retenerte en mis brazos sólo unos instantes más.
Te amo con un amor transparente y cálido. Te amo más que a nada en este mundo, más que a mi mismo. Sin ti me siento solo y frío, pequeño e indefenso.
Sin tu amor me siento vacío y sin terminar. Tú me completas.
                                                                                  Por siempre, tuyo y sólo tuyo.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Como un pez



Hoy 21 de septiembre comienza el otoño y tengo una dosis de ansiedad más alta de lo normal. También tengo la sensación claustrofóbica de encontrarme en medio de un túnel largo, oscuro, húmedo y demasiado alejado de la luz. La cabeza embotada, lenta, densa de pensamientos negros y a punto de estallar. Definitivamente, hoy no tengo el mejor de los días, he caído en las redes de las energías negativas, volátiles e invisibles pero presentes a pesar de todo. Ni la presencia del mar ha podido persuadirme de que hoy es un gran día. No, no lo es.



No estoy pisando fuerte por el camino de la vida o por el camino de los sueños. Ando más en el futuro inexistente, con esperanzas apagadas, que en el presente, entre otras cosas porque se me hace más llevadero estar ahí colgado de una ilusión, aunque sea por un instante, por mas imperceptible que sea y dure lo que dure.



Hoy tengo sed de naturaleza, necesidad imperiosa de largarme del gris asfalto y de los altos edificios llenos de balcones sin plantas y de ventanas son flores. Hoy tengo ganas de salir corriendo y perderme en campo magnético del bosque. Cargar pilas, desconectar, huir y respirar con normalidad. Y siento demasiado pesada la falta de libertad que me obliga a permanecer aquí un par de días o de semanas o de meses. Aunque quizá un lustro o dos vidas prestadas.

No son buenas las ataduras para el alma.



Así que aquí estoy poniendo mi brújula en cero una vez más, un poco perdido. La verdad, debo haberme levantado con el pie izquierdo. También pienso que en estos días de transición, entre una estación y otra, se me están estirando demasiado, más de la cuenta, y todo tiene su límite, claro, y el mío ya está a punto de llegar a su nivel máximo.Veitisiete horas y media por día nadie lo soporta.

En definitiva, me siento un poco cargado, estresado, rallado, cansado a nivel mental, que no físico ya que aún puedo caminar de la habitación al baño, a la cocina y al jardín a jugar al ajedrez.
¿Dónde está escondida la magia de los cuentos? Ya no veo fuegos artificiales ni poesía. No veo.

Me siento como un pez fuera del agua, exactamente así.



(Fragmento del mi cuento La Ventana Gris)

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