Centenarios
bloques de piedra, amenazantes murallas y elevadas torres. Un vetusto puente levadizo
y un foso atestado de hambrientos cocodrilos. En el patio de armas manzanas de
colores y en el jardín, conejos y rosas sin espinas. Amenazantes murallas que
gritan, ventanales que lloran y cuadros de mazapán que sonríen. Suelos rocosos,
mohosos y trufados. Rincones azucarados. El salón del trono. ¡Un baile de
princesas! Reyes, príncipes y espadas de oro blanco. Blancanieves, la madrastra
y una manzana. Amores secretos. Cuerpos sudados. Besos robados, escondidos
entre los unicornios. Suena una flauta dulce y Aladino me lleva de su mano.
Pasadizos, antorchas y volutas de chocolate negro. Hadas y brujas que cocinan,
trolls y gnomos que comen. Corredores llenos de manzanas cubiertas con almíbar
viscoso, chorreante y tibio. Mazmorras. Aladino me deja, desaparece en su
lámpara. Rejas, cucharas y manzanas. Cuerpos encerrados, gritos, lamentos.
Pasos decididos, pasos sonoros. Cadenas que se arrastran, llaves que se mueven,
puertas que se abren… manzanas que desfilan.
Manzanas.
Mamá.
Manzanas.
-¡Mamááááá,
tengo hambre! ¡Despertate! ¿Me rallás una manzana?
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