Luego de 15 días de ausencia, en el que tuve que viajar a Buenos Aires por el fallecimiento de Doña Pura, la madre de Gerardo, una de las personas más buenas, divertidas e inteligentes que conocí en mi vida y que aprendí a querer a lo largo de estos años.
Doña Pura con la que tuve el placer de compartir larguísimas charlas en ese caserón de Quilmes, entre risas y llanto, sobre La Coruña, sobre Galicia, sobre la familia, sobre las ricas comidas gallegas y sobre la vida misma. La persona que me encomendó guardar secretos y me confesó otros tantos.
Desde aquí le digo, que la sigo queriendo mucho y que nunca la voy a olvidar.
Hasta siempre.
lunes, 31 de agosto de 2009
jueves, 13 de agosto de 2009
Pizzas, gazpacho y confesiones.
El domingo a la noche vinieron unos amigos a cenar a casa, como hacía un calor de locos, decidimos cenar en la terraza y así poder disfrutar del poco aire fresco que corría por los áticos madrileños. El menú sencillo, una picada de papas fritas, jamón crudo, queso, pan de pizzas con aceitunas negras y aceite de oliva, gazpacho frío, unas pizzas caseras que estaban en el freezer y que fueron a parar al horno con jamón crudo y cocido, mozzarella, rúcula, rodajas de tomate, anchoas y huevo duro y de postre durazno al natural con helado de vainilla, dulce de leche (original, argentino) y caramelo, todo regado con cerveza helada y alguna que otra botella de Lambrusco di Módena Rosato, vino frizzante con aroma de frutos rojos.
Entre toda esa mezcla de gastronomía argentina, italiana y española y luego de varias latas de cerveza comenzaron las confesiones, se habló de muchos temas: de política, de viajes, de amigos, de amores, traiciones y de religión y aquí me voy a detener por las dos sorpresas de la noche, uno de los que estaba presente, dijo, así, sin prejuicios muy suelto, lo siguiente:
- Yo tuve una novia, sí… cuando era joven,… se llamaba Ana. Va, se llama Ana. Justamente el martes la voy a ver. Salimos durante dos años y medio. Después decidimos romper nuestro compromiso, nuestro noviazgo y comprometernos con Dios. Los dos ingresamos en el seminario, ella para monja y yo para cura. Yo… mucho no aguanté, año y medio y salí eyectado del seminario. Pero ella siguió sí… ahora es la asesora espiritual de mis sobrinos… por eso el martes la voy a ver. Somos muy buenos amigos. Siempre aceptó mi condición.
Y ahí termino y no habló más durante un largo rato, como que se dió cuenta de todo lo que acababa de contar y se llamó a silencio.
La conversación giró en torno al destino de las vacaciones con su pareja, como para romper un poco el clima que se había formado, mas cerveza, mas rosato y, volvieron a quedarse mudos, cuando se reanudaron las confesiones y yo, quien suscribe este post, conté como había sido mi primera comunión, allá hace tiempo y a lo lejos, en Santa fe, en el barrio de María Selva y en la parroquia de Luján.
Mi padre siempre estuvo en desacuerdo en que mi hermana y yo tomáramos la comunión, pero respetó la decisión de mi madre que si quería, pero, con la condición de que no hubiera fiesta, ni invitados, ni reunión, ni comprar ropa, nada de gastos, nada de nada. “Van se confiesan, comen la ostia y a otra cosa. La escuela de la vida es la calle, no la iglesia, las cosas se aprenden afuera, no entre curas y rezando todo el día” decía mi papá. Lo que nunca se enteró mi padre, que en paz descanse, porque me dió vergüenza contarlo, es que el cura que me tomo la primera confesión, no lo hizo en un confesionario, sino que él estaba sentado en una silla con las piernas abiertas y me hizo arrodillar en el piso, entre sus piernas, apoyar mis brazos y mis codos sobre sus muslos, juntar mis manos muy cerca de su abultada panza y mirándole a la cara, contarle mis pecados a los 8 o 9 años, no recuerdo… Así se confesaron todos los niños que tomaron la comunión conmigo y no en el confesionario como se confiesa todo el mundo.
Con el tiempo entendí que significaba. En fin. Son las cosas de la vida.
La charla siguió hasta entrada la madrugada con café, té y más helado con riquísimo dulce de leche. Quedamos en que cuando volvieran de sus vacaciones nos juntaríamos para seguir con las confesiones, las pizzas y el gazpacho.
Hasta la próxima entonces.
Entre toda esa mezcla de gastronomía argentina, italiana y española y luego de varias latas de cerveza comenzaron las confesiones, se habló de muchos temas: de política, de viajes, de amigos, de amores, traiciones y de religión y aquí me voy a detener por las dos sorpresas de la noche, uno de los que estaba presente, dijo, así, sin prejuicios muy suelto, lo siguiente:
- Yo tuve una novia, sí… cuando era joven,… se llamaba Ana. Va, se llama Ana. Justamente el martes la voy a ver. Salimos durante dos años y medio. Después decidimos romper nuestro compromiso, nuestro noviazgo y comprometernos con Dios. Los dos ingresamos en el seminario, ella para monja y yo para cura. Yo… mucho no aguanté, año y medio y salí eyectado del seminario. Pero ella siguió sí… ahora es la asesora espiritual de mis sobrinos… por eso el martes la voy a ver. Somos muy buenos amigos. Siempre aceptó mi condición.
Y ahí termino y no habló más durante un largo rato, como que se dió cuenta de todo lo que acababa de contar y se llamó a silencio.
La conversación giró en torno al destino de las vacaciones con su pareja, como para romper un poco el clima que se había formado, mas cerveza, mas rosato y, volvieron a quedarse mudos, cuando se reanudaron las confesiones y yo, quien suscribe este post, conté como había sido mi primera comunión, allá hace tiempo y a lo lejos, en Santa fe, en el barrio de María Selva y en la parroquia de Luján.
Mi padre siempre estuvo en desacuerdo en que mi hermana y yo tomáramos la comunión, pero respetó la decisión de mi madre que si quería, pero, con la condición de que no hubiera fiesta, ni invitados, ni reunión, ni comprar ropa, nada de gastos, nada de nada. “Van se confiesan, comen la ostia y a otra cosa. La escuela de la vida es la calle, no la iglesia, las cosas se aprenden afuera, no entre curas y rezando todo el día” decía mi papá. Lo que nunca se enteró mi padre, que en paz descanse, porque me dió vergüenza contarlo, es que el cura que me tomo la primera confesión, no lo hizo en un confesionario, sino que él estaba sentado en una silla con las piernas abiertas y me hizo arrodillar en el piso, entre sus piernas, apoyar mis brazos y mis codos sobre sus muslos, juntar mis manos muy cerca de su abultada panza y mirándole a la cara, contarle mis pecados a los 8 o 9 años, no recuerdo… Así se confesaron todos los niños que tomaron la comunión conmigo y no en el confesionario como se confiesa todo el mundo.
Con el tiempo entendí que significaba. En fin. Son las cosas de la vida.
La charla siguió hasta entrada la madrugada con café, té y más helado con riquísimo dulce de leche. Quedamos en que cuando volvieran de sus vacaciones nos juntaríamos para seguir con las confesiones, las pizzas y el gazpacho.
Hasta la próxima entonces.
domingo, 9 de agosto de 2009
Madonna, Get Stupid. (Nueva versión)
Nueva versión del video de Madonna, Get Stupid, que se presenta en el Sticky & Sweet Tour.
Tuvo algunos retoques respecto de la versión del año 2008, pero mantiene intacta la provocación y la verdad cruel y dura.
Politicamente ¿correcto o incorrecto?
Tuvo algunos retoques respecto de la versión del año 2008, pero mantiene intacta la provocación y la verdad cruel y dura.
Politicamente ¿correcto o incorrecto?
jueves, 6 de agosto de 2009
Zapatero, a tus zapatos.
Según parece, el Jefe de Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero cumple al pie de la letra con el conocido refrán, "Zapatero, a tus zapatos". Dicen que cuando culmina la jornada en la Moncloa, se hace una escapadita por el taller de calzado, ubicado en el barrio de Prosperidad, a despuntar el vicio.
domingo, 2 de agosto de 2009
Madrid, agosto. ¿Hay alguien ahí?
Domingo a la tarde, está un poco fresco en Madrid, gracias a la lluvia de anoche sábado y a mi amiga Marian. (y su poder acuífero para hacer llover a la distancia)
Salgo con mi cámara a caminar un poco por el distrito de Chamartín a sacar unas fotos. Gran sorpresa en un radio no mayor a 20 cuadras, paralelo al paseo de la Castellana.
Conclusión del relevamiento fotográfico (Fotos sacadas in situ, en la puerta de los locales) llegó agosto y Madrid quedó vacío. Un tercio de la ciudad está en venta, el otro trecio en alquiler y el otro tercio se fue de vacaciones. No quedó ni el loro.
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