De regreso en Madrid luego de 3 semanas en Argentina, me permito hacer un pequeño balance del viaje en avión. De la realidad de mi querido país ya hablé en los dos post anteriores, así que ahora voy a postear solamente de lo que fue el viaje en sí, en lo relacionado con los servicios del transporte..
El pasaje para volar a Buenos Aires lo compré tres meses atrás, por una agencia de viajes de Internet, (Como lo hago habitualmente) el costo del ticket aéreo por Air Comet, en ese momento, era más económico que las otras aerolíneas, hablamos de una diferencia de casi € 250 con su competidor inmediato (Tampoco barato). Aclaro que nunca antes había volado por Air Comet, a pesar de ser de los mismo dueños de Aerolíneas Argentinas ( o exdueños, hay un limbo legal por ese tema) cuando consulte tuve buenas referencias del servicio y la flota de aviones es nueva. Así que compre el pasaje y lo guardé. Al mes de la compra me llega un mail donde me anunciaban el cambio de horario de salida desde Buenos Aires, no hay problemas, me dije, una hora más, una hora menos no hace a la diferencia. Volví a guardar el pasaje hasta la fecha de salida.
El día que volaba, me presenté en Barajas, en el mostrador para hacer el check in (con tres horas de anticipación) y muy amablemente me informan que había sobreventa de pasajes. Ante mi cara de asombro, me proponen viajar al día siguiente y, a modo de compensación me daban € 300 y una noche de hotel, siempre y cuando el avión se llenara, caso contrario viajaba igual. O sea, la sobreventa no era tal o no estaban seguros de que lo fuera. Mi respuesta, también amablemente, fue negativa, tenía estar al otro día en Buenos Aires a media mañana. "Bueno" me dijo el señor y comenzó las tareas de facturación.
-Te tengo que pedirle un favor, -le dije- ¿tendrá el asiento libre al lado de la salida de emergencia?. Por las piernas, se me acalambran con tantas horas de viaje y necesito estirarlas”. Como verá, soy un poco largo.
-Sí… tengo libre ese asiento, pero son €50 más. -dijo tratando de poner su mejor cara.
Pagué (no me quedaba otra, eran los €50 o los calambres) y en 2 horas estaba sentado en mi asiento, al lado de la salida de emergencia, muy cómodo con mis piernas estiradas para poder aguantar las 13 hora y media del viaje hasta la lejana y misteriosa Buenos Aires. Luego pasaron vendiendo los auriculares, como yo tenía los auriculares de otra aerolínea, le pregunto a la azafata, muy amablemente:
-¿Estos me sirven?
- Sí, no hay problemas puede usarlos, sólo que tiene que pagar € 5 para poder ver todas las películas, hay una sola película gratis.
-Muchas gracias.- dije, agarré mi libro y me puse a leer hasta la cena.
Me dejaron la bandeja con un cuadradito de plástico de 3 cm x 4 cm con ensalada, seguramente me confundieron con un canario, porque la ensalada eran dos cucharaditas de zanahoria rallada con huevo duro. En otra bandejita, un poquito más grande, había 12 granos de arroz hervido con 3 pedacitos de pollo. Un pancito y en otra diminuta bandejita un bocadito de torta rellena de chocolate. (Casi para tapar la carie de la muela)
-Una cerveza, por favor. –le pido a la azafata.
-Como no, son € 3 – me dijo sonriente.
-¿Hay algo gratis, digo, que esté incluido en el precio del pasaje?
-Sí –dijo ella- Agua, jugo, gaseosa, té y café. Las bebidas alcohólicas se pagan aparte.
Sabiendo como podía venir la mano, yo tenía en la mochila un par de sándwich de jamón crudo y queso, así que los saqué y me puse a comer, como refuerzo de la cena, no es cuestión de estar volando a casi 12 .000 metros arriba del atlántico y pasar hambre. Note cierto aire como de envidia en algunos pasajeros de mi entorno, pero lo dejé pasar. Para cuando se empezó a mover un poco, tenía la panza llena y el corazón contento.
Luego de casi 11 horas de vuelo sirvieron… ¿ y el desayuno?... ¿alguien lo vio?, una magdalena y un sándwich, (pequeño, chico, ínfimo) de jamón y queso y… nada más. Con agua, jugo, te y café. Nuevamente a la despensa de la mochila, saqué un paquete de galletitas de chocolate rellenas, la envidia de los pasajeros y la presión de sus miradas eran insostenibles y comprensibles. Me las comí todas rápido, no me alcanzaba para todos. (je, je, je)
Al otro día de llegar, un mail de la agencia virtual, informándome que modificaban mi fecha de regreso del viernes al sábado, así sin más. Y bueno, una mancha más que le hace al tigre.
Como podrán imaginar en el viaje de vuelta pase por lo mismo otra vez, pagar los €50 por el asiento y llevar la mochila llena de comida, esta vez con alfajores santafesinos y Jorgitos y sanguches de mondiola, salamín y queso de campo y las 11,30 horas (de regreso son menos horas que de ida) se me pasaron volando.
El pasaje para volar a Buenos Aires lo compré tres meses atrás, por una agencia de viajes de Internet, (Como lo hago habitualmente) el costo del ticket aéreo por Air Comet, en ese momento, era más económico que las otras aerolíneas, hablamos de una diferencia de casi € 250 con su competidor inmediato (Tampoco barato). Aclaro que nunca antes había volado por Air Comet, a pesar de ser de los mismo dueños de Aerolíneas Argentinas ( o exdueños, hay un limbo legal por ese tema) cuando consulte tuve buenas referencias del servicio y la flota de aviones es nueva. Así que compre el pasaje y lo guardé. Al mes de la compra me llega un mail donde me anunciaban el cambio de horario de salida desde Buenos Aires, no hay problemas, me dije, una hora más, una hora menos no hace a la diferencia. Volví a guardar el pasaje hasta la fecha de salida.
El día que volaba, me presenté en Barajas, en el mostrador para hacer el check in (con tres horas de anticipación) y muy amablemente me informan que había sobreventa de pasajes. Ante mi cara de asombro, me proponen viajar al día siguiente y, a modo de compensación me daban € 300 y una noche de hotel, siempre y cuando el avión se llenara, caso contrario viajaba igual. O sea, la sobreventa no era tal o no estaban seguros de que lo fuera. Mi respuesta, también amablemente, fue negativa, tenía estar al otro día en Buenos Aires a media mañana. "Bueno" me dijo el señor y comenzó las tareas de facturación.
-Te tengo que pedirle un favor, -le dije- ¿tendrá el asiento libre al lado de la salida de emergencia?. Por las piernas, se me acalambran con tantas horas de viaje y necesito estirarlas”. Como verá, soy un poco largo.
-Sí… tengo libre ese asiento, pero son €50 más. -dijo tratando de poner su mejor cara.
Pagué (no me quedaba otra, eran los €50 o los calambres) y en 2 horas estaba sentado en mi asiento, al lado de la salida de emergencia, muy cómodo con mis piernas estiradas para poder aguantar las 13 hora y media del viaje hasta la lejana y misteriosa Buenos Aires. Luego pasaron vendiendo los auriculares, como yo tenía los auriculares de otra aerolínea, le pregunto a la azafata, muy amablemente:
-¿Estos me sirven?
- Sí, no hay problemas puede usarlos, sólo que tiene que pagar € 5 para poder ver todas las películas, hay una sola película gratis.
-Muchas gracias.- dije, agarré mi libro y me puse a leer hasta la cena.
Me dejaron la bandeja con un cuadradito de plástico de 3 cm x 4 cm con ensalada, seguramente me confundieron con un canario, porque la ensalada eran dos cucharaditas de zanahoria rallada con huevo duro. En otra bandejita, un poquito más grande, había 12 granos de arroz hervido con 3 pedacitos de pollo. Un pancito y en otra diminuta bandejita un bocadito de torta rellena de chocolate. (Casi para tapar la carie de la muela)
-Una cerveza, por favor. –le pido a la azafata.
-Como no, son € 3 – me dijo sonriente.
-¿Hay algo gratis, digo, que esté incluido en el precio del pasaje?
-Sí –dijo ella- Agua, jugo, gaseosa, té y café. Las bebidas alcohólicas se pagan aparte.
Sabiendo como podía venir la mano, yo tenía en la mochila un par de sándwich de jamón crudo y queso, así que los saqué y me puse a comer, como refuerzo de la cena, no es cuestión de estar volando a casi 12 .000 metros arriba del atlántico y pasar hambre. Note cierto aire como de envidia en algunos pasajeros de mi entorno, pero lo dejé pasar. Para cuando se empezó a mover un poco, tenía la panza llena y el corazón contento.
Luego de casi 11 horas de vuelo sirvieron… ¿ y el desayuno?... ¿alguien lo vio?, una magdalena y un sándwich, (pequeño, chico, ínfimo) de jamón y queso y… nada más. Con agua, jugo, te y café. Nuevamente a la despensa de la mochila, saqué un paquete de galletitas de chocolate rellenas, la envidia de los pasajeros y la presión de sus miradas eran insostenibles y comprensibles. Me las comí todas rápido, no me alcanzaba para todos. (je, je, je)
Al otro día de llegar, un mail de la agencia virtual, informándome que modificaban mi fecha de regreso del viernes al sábado, así sin más. Y bueno, una mancha más que le hace al tigre.
Como podrán imaginar en el viaje de vuelta pase por lo mismo otra vez, pagar los €50 por el asiento y llevar la mochila llena de comida, esta vez con alfajores santafesinos y Jorgitos y sanguches de mondiola, salamín y queso de campo y las 11,30 horas (de regreso son menos horas que de ida) se me pasaron volando.
Pero, no hay caso, lo barato, a la larga, siempre te sale más caro.