El 25 de diciembre se celebraba el nacimiento del sol invictus o sol invencible. Celebraciones en éstas aparecen en muchas culturas, ya que va estrechamente relacionado con el solsticio de invierno, como sabemos hasta a mediados de diciembre, los días suelen ser muy cortos, y después del solsticio comienzan a alargarse. En la antigüedad, imaginaban que el sol se hacía viejo, hasta morir, y que después nacía un niño sol. Lo curioso es como el festival de Saturnalia se parece cada vez más a lo que hoy, en el siglo XXI celebramos como Navidad.
Las Saturnalia eran unas fiestas en honor a Saturno, dios de la agricultura y las cosechas. Con el tiempo fue equiparado a la divinidad griega Crono, dios del tiempo.
Esta celebración duraba sólo un día, el 17 de Diciembre, pero posteriormente se prolongó del 17 al 23 del último mes de año.
Esta fiesta rememoraba la Edad de Oro de la Humanidad en la que Saturno gobernaba y en la que no existían las diferencias sociales, el sustento no se ganaba con el trabajo, reinaba la paz y siempre había comida.
Igual a lo que se hace en nuestra era, el año se cerraba con unas festividades de alegría, paz y felicidad, pues estas conmemoraciones festejaban el fin del año y el comienzo de otro nuevo.
Las celebraciones se abrían cortando la cinta de lana que sujetaba al dios durante todo el año para que no huyera de la ciudad. A continuación, se celebraba un sacrificio en su honor en el templo que tenía ubicado en el Foro y se continuaba con un banquete público al que podía asistir todo el pueblo.
Para poder participar de las conmemoraciones, las actividades de la ciudad se paralizaban. Se cerraban los comercios, las escuelas, los tribunales, se otorgaba la libertad a los presos y se suspendían las ejecuciones de los condenados a muerte.
Para que reinara la felicidad entre los ciudadanos se llevaban a cabo sorteos de lotería y la gente deambulaba por la calle, permitiéndoseles jugar y apostar en público. A su vez, podían asistir en el anfiteatro a combates de gladiadores.
El vino y las comidas abundantes caracterizaban a esta semana festiva.
La gente vestía con sus mejores galas para asistir a los banquetes, dejaban de lado sus togas cotidianas para ataviarse con los trajes festivos.
Los esclavos coronaban sus cabezas con unos gorros llamados pileus, símbolo de libertad.
En el núcleo familiar, las celebraciones eran más relajadas, pues se intercambiaban regalos; a los hijos se les regalaban muñecos de barro (sigilla) y a los amigos velas (cerei). Durante estos días las familias se reunían y comían todas juntas, principalmente un dulce de miel y frutos secos que llevaba con un obsequio en su interior, un haba seca, el que lo encontraba era coronado como princeps Saturnalicius y sus órdenes debían de ser cumplidas.
Se sabe que en el segundo día de las Saturnalia se llevaba a cabo un carnaval que sería el preludio de nuestros carnavales.
La fiesta finalizaba el 23 de diciembre tras seis días de banquetes, de regalos y de inversión del estatus social.
Tras leer las celebraciones que se realizaban durante las Saturnalia resulta difícil no ver reminiscencias de la fiesta pagana en la celebración de la Navidad:
- Reuniones familiares con abundante comida y bebida.
- Intercambio de regalos.
- Sorteo de lotería.
- Consumo de un dulce con un haba seca en su interior, el que la descubre tendrá buena suerte y se cumplirá su voluntad.
- Uso de vestimenta más lujosa.
Hay un detalle que llama poderosamente la atención, se usaban árboles de pino por doquier, para representar el calor del nuevo nacimiento del dios sol, en forma de fuego (Libro "El hombre y sus dioses" pag 201). Esto se basaba en una antigua leyenda babilónica: durante una noche, un árbol verde se desarrolló de un tronco muerto. Esto hablaba de que el dios sol Nimrod (tronco seco), reencarnaba en Tamuz (árbol verde), cuando su madre Semíramis lo daba a luz en esa noche.
Las leyendas se propagan con los años. Y esta, pasó a ser dominio entre druidas y egipcios y fue adoptada por Roma, la que colgó al árbol, entre otras cosas, cerezas rojas, que después fueron bolas brillantes (esferas), como símbolo del dios sol.
Y esto fue incorporado a la celebración de la Navidad hasta el día de hoy.