Las cosas como son, no recibimos muchas visitas que se queden a dormir en casa, salvo contadas excepciones que se enumeran con los dedos de una mano. Amigos de Argentina, vienen una vez al año y se quedan una semana o diez días, no más; Alicia (que vive en Londres), viene y se queda un fin de semana largo; Christian y Joel (que viven en la ciudad luz), también dejan París un par de veces al año y se quedan un fin de semana; nuestro primo que vive con su familia en la paradisíaca isla de Fuerteventura, viene todos los años y disfrutamos de su compañía a lo sumo tres o cuatro días, que es el tiempo que sus obligaciones por trabajo le permiten de estadía en la capital del reino. Massimo viene de Milán y más de tres días no se queda. Otro primo que vive en Santiago de Compostela, viene una vez al año y solo se queda un día, así que no hace falta armar cama.
Cómo solucionamos el tema de cómo y dónde dormir? Muy fácil, compramos dos colchones inflables, uno de una plaza y otro de dos plazas (muy cómodos, parece como si durmieras en una cama de agua) que se inflan automáticamente en un par de minutos y se desinflan de la misma forma, luego se guardan en el trastero en dos bolsas. Pero, ahora, llega un familiar muy cercano a nosotros y se va a quedar dos meses, alternará Madrid con La Coruña, pero días más, días menos, ese el tiempo que estará en casa, hasta casi fin de año cuando viajemos todos al hemisferio sur. Así que luego de pensar y pensar, nos decidimos por comprar un sofá cama de una plaza y media ya que se presentaba como muy engorroso armar y desarmar todos los días el colchón inflable. Comenzamos a ver precios por las pocas mueblerías que quedaron en el barrio (la crisis lastró la mitad de los comercios que había hace dos años y hoy sobran locales cerrados) y los precios no nos convencieron; a pesar de haber tanta oferta y casi cero demanda, los precios siguen altos, (a quién le venden, no lo sé, pero así están los locales vacíos). Bueno tal es así que 500/600 y hasta 700 euros por un sofá cama de una plaza. Nos pareció excesivo (parece mentira, pero esos eran los precios que nos pedían) y mientras pensábamos alternativas, click! saltó la idea de Ikea. Y fue Ikea nomás, (otra vez los nórdicos… piensan en todo) una visita virtual a la tienda buscando, mirando colores, diseños y tamaños. Nuestra necesidad; un sofá de una plaza y media cómodo, barato, práctico y funcional. Este es, sí! dijimos a dúo anotamos el código y a la tienda de Ikea de Vallecas, al sector autoservicio. Esto es lo que tiene Ikea para satisfacer nuestra necesidad. Buscamos la caja, pasamos por la caja, pagamos, y al sector envíos para que nos lo traigan a casa. “Sí señor, como no, hoy a la tarde entre las tres y las seis y se lo subimos por las escaleras si hiciera falta” por € 23.- más. Y efectivamente a las seis estaba la caja en casa. La desarmamos y armamos el sofá cama en minutos, de vuelta; una plaza y media, 2,05 mts de largo, colchón de de 12 cm., práctico, funcional, barato y cómodo por € 99.- ¡Qué fácil que es armar esto y que fuerte y resistente; a quién se le habrá ocurrido? Es más, a quién se le habrá ocurrido el concepto de compras de Ikea y de adaptar sus competitivos precios a la realidad? Y, Nórdicos tenían que ser.
Ahora, los que vengan a quedarse en casa podrán elegir entre el colchón inflable o el sofá cama, ambas opciones con la calidez de hogar de siempre.
Aquí las fotos solicitadas!!
Ah, aquí me entregaré a la eternidad y me sacudiré de esta carne fatigada el yugo de estrellas adversas.
Carta de María Victoria Gil, Mamá de Soledad Bargna, asesinada en Buenos Aires el 22 de mayo de 2009.
Las cosas como son, no recibimos muchas visitas que se queden a dormir en casa, salvo contadas excepciones que se enumeran con los dedos de una mano. Amigos de Argentina, vienen una vez al año y se quedan una semana o diez días, no más; Alicia (que vive en Londres), viene y se queda un fin de semana largo; Christian y Joel (que viven en la ciudad luz), también dejan París un par de veces al año y se quedan un fin de semana; nuestro primo que vive con su familia en la paradisíaca isla de Fuerteventura, viene todos los años y disfrutamos de su compañía a lo sumo tres o cuatro días, que es el tiempo que sus obligaciones por trabajo le permiten de estadía en la capital del reino. Massimo viene de Milán y más de tres días no se queda. Otro primo que vive en Santiago de Compostela, viene una vez al año y solo se queda un día, así que no hace falta armar cama.
